Escribo desde el infierno
desde los días vacíos
y las noches agrietadas.
Me queman los pies
me arden los brazos
tengo fuego en las piernas.
¡No! ¡No vengas a buscarme!
Mejor llama a la lluvia
y que apague este fuego.
Fuego desesperado,
Fuego destructor,
de vidas,
de alegría,
de atardeceres robados...
Fuego que desgarra,
Fuego que me mata por dentro.
Dedicado a todos los linfedemas, primarios y secundarios,
y de paso a los lipedemas.
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