CITA EN EL HOSPITAL

 


CITA EN EL HOSPITAL

Miré el reloj. Faltaba poco tiempo. A pesar del sueño y del agotamiento, quise ver el encierro una vez más. Había acudido a Pamplona a conocer la famosa fiesta de San Fermín con mis amigas. Pero no esperaba cruzarme con unos ojos color avellana y perderme en ellos de esta manera. 
Allí estaba yo, aguardando a que llegaran las ocho para verle pasar a toda velocidad. Mi corazón martilleaba dentro del pecho agitándome la respiración. Entonces lo vi. Pasó como un rayo y nuestras miradas se cruzaron de nuevo. Sonreímos a la vez que sentía las cosquillas del aleteo de las mariposas en mi estómago. De repente aminoró la carrera y el astado al que acompañaba aprovechó la coyuntura para asestarle una cornada en el abdomen. En ese instante dejé de percibir todo lo que sucedía a mi alrededor. Un inusitado frío se instaló en mi cuerpo mientras fijaba la mirada en su caída y en la sangre que brotaba de su cuerpo. Los sanitarios lo sacaron del recorrido a toda velocidad y me acerqué a él gesticulando, pues mi garganta no lograba emitir sonido alguno. 
—Soy Miguel. Menuda manera de conocernos... —musitó antes de desmayarse sonriente. 

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